Lo que no se supone que debamos decir.

Hace unos días fui con la asistente social del consultorio. Lo he estado haciendo desde hace el año pasado, cuando inicié mi tratamiento psiquiátrico. Mi fragmentada mente estaba en su peor momento, el momento de pedir ayuda o morir. Fui por ayuda.

No puedo decir que esté curado. Quizás nunca lo esté, pero hay avances. Y aún cuando tenga recaídas sigo estando en una mejor posición mental. O por lo menos, sé lo que me está pasando.

Desde el 2016 a la fecha la vida ha dado giros bruscos y permanentes, demasiado fuertes como para ignorarlos, demasiado notorios como para esconderlos. Aunque estos fueran efectos de más de diez años de diferentes eventos, fue entonces cuando una grieta en el suelo seco se transformó en un abismo, un vacío profundo en el cual parecía nunca dejar de caer.

Mi espalda aún recuerda esa caída del techo…

Pero de ahí entonces las cosas que solíamos minimizar empezaron a hacerse demasiado grandes como para ello. La fractura familiar, lesiones fisicas, fracaso universitario, la presión, bloqueo creativo, la ansiedad, soriasis, intentos de suicidio, un diagnostico tardio de autismo, perdér varios empleos, la depresión que venia conteniendo desde mi infancia… todo explotó. Y aunque por fuera todo se veía igual, por dentro todo estaba roto. Sonrisas para ocultar el dolor, silencios para contener el llanto.

Desde entonces todo tiene un matiz diferente, como si un vidrio polarizado obstruyera permanentemente la luz. Las letras quedan, al menos, y de vez en cuando trazo una u otra cosa, pero el engranaje creativo del que solía hablar… ya no está ahí. Los amigos, las juntas creativas, la pasión, el deseo de cambiar el mundo… toda esa chispa se disolvió en la oscuridad.

Y entonces solo hubo silencio.

El refugio vino de forma curiosa. No sé si fuese por el autismo, o al menos asumo eso, pero el trauma de alguna forma me devolvió a una suerte de estado mental desfasado, volviéndome una suerte de quincieañero a mis treinta. De alguna forma, lo asimilo con un computador que ante un colapso de sistema activa el modo seguro, o regresa a una versión anterior del sistema. De cualquier forma, sigue operando.

Hay muchas coas que no sé, o no entiendo. Y al igual que quienes crearon dioses o explicaciones místicas para fenómenos naturales, trato de darle una explicación propia para cosas de las que no sé lo suficiente. Supongo que ayuda a calmar la idea de estar a merced de la aleatoriedad de la vida.

De cualquier manera, en cierto punto me salvó la vida. O al menos, me dio la oportunidad de no caer al fondo del vacío. Sigo vivo, y aunque mis facultades mentales, sociales e intelectuales están afectadas… aún sigo aquí.

Aún sigo aquí.

Al final, eso es lo que quería decir.

Aún sigo aquí.

~ por fr!ki en marzo 10, 2023.

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